La verdad, estaba impaciente, inquieto a medida que se acercaba la fecha, sentía curiosidad por volverlos a ver, por saber de ellos, sobre todo de los que hacia treinta años que perdí su rastro, por saber que derroteros habían tomado sus vidas, si sus expectativas se habían cumplido. Por renovar aquellos pactos de amistad eterna hoy enmohecidos por el paso del tiempo, por llorar con ellos por los ausentes, por esos a los que el destino les "puso los cuernos" y acabaron divorciados de la vida.
Gracias a la ardua labor del clásico que le va la marcha o a ese que le sobra tiempo como para organizar lo inorganizable, al caos, nos reuníamos los compañeros de Promoción, de aquella que hacía treinta años nos conjuramos para vencer el torrente furioso de la Providencia.
Treinta años, leche, dicho así hasta parece..nada, treinta años que terminamos la carrera, treinta años que se iniciaba otra más cruel, la más difícil,.Otra carrera totalmente diferente a aquella donde siempre encontrabas una mano dispuesta a sacarte del pozo de la desesperación, lejos de ese hombro dispuesto a cargar con tu cuerpo inerte, fruto del agotamiento y cercano a la deserción.
En esta hemos tenido que sortear la envida del igual, la negligencia e insensatez del de abajo y las arbitrariedades del de arriba, unas veces con éxito y otras revolcados y con la taleguilla desgarrada.
El primer punto de contacto, el bar del restaurante, primeros momentos de duda, primeros abrazos y primeras decepciones.
Aquel que el pelo le caía a chorros por los cuatro costados de la testa, ahora era un inmenso lago flanqueado por las recién descubiertas orejas. Ay de aquel que se partía los pectorales haciendo flexiones hasta debajo la cama, ahora lucia un pecho descolgado y prominente, culminado por un insultante ombligo. Y ¿que me dices de aquel que se ligaba hasta las taquilleras del cine?, juer, vaya estomago el de su parienta.
Oño, ¿tanto hemos cambiado?, de mí, por aquello de la cortesía, como yo, todos callaban, de lo que pensasen para sus adentros me lo puedo suponer, jaja.
A algunos los reconocía por el característico color de sus ojos, los azules..tienen que ser de fulanito, esos verdes intensos, de menganito, oño, el medio bizco, sutanito y aquel que miraba al mismo tiempo con uno a poniente y el otro al gobierno...el tal.
Creo que es lo único que no cambia con el tiempo, el color de los ojos, cambia todo lo que los rodea, pero el color, el color es el oasis inmune al paso del calendario, gracias a ellos algunos me recordaron, imagino que por el resto hubiese sido imposible.
Pasados los primeros momentos del reconocimiento y calurosos achuchones, alguien gritó aquello de "chicos, maricón el último" señalando a una interminable mesa en el interior del comedor. Plantada de hileras de botellas perfectamente alineadas como fila de penitentes, el variopinto bosque de copas , como arbustos, rodaban los innumerables lagos de platos, los cubiertos parecían legiones de domingueros playeros tumbados al dorado sol de las lámparas. Todo estaba dispuesto y bien dispuesto, solo faltaba que estos amigos desconocidos y olvidados tomasen sus puestos para el combate, se embozarán sus respectivas servilletas y..eah!! al lío.
Tomé asiento después de que lo hiciese el anfitrión, como tá mandao, y para que no me pase como siempre, que se me olvida, saqué del bolsillo del pantalón la jóia cajita de pastillas, Ebastel pa más señas, que se me estaba clavando inmisericorde en la ingle., la pastilla de la condena, la de la perpetúa alergia, y la puse en la mesa.
Es que meses atrás el galeno alergoporculizante me detectó una de esas. Alergia a un japonés que ni conozco, aunque seguramente me lo habré cruzado con su cámara en ristre y que se llama Anisaky, y mira que casualidad, también al perro, joputa bodeguero Pancho, desde que llegó me está matando a disgustos y enfermedades, con lo santo que era mi Collie, Aries.
El comensal de mi izquierda, saca un sobre y lo pone frente a él, también en la mesa. El de mi derecha saca una cajita pequeña de pastillitas diminutas, el de más allá una tira de cápsulas, el siguiente otras efervescentes y así...uno tras otro.
Eché un vistazo a la exposición farmacológica y parecía aquello una reunión de farmacéuticos hambrientos.
Después lo típico, oye ¿para que son esas pastillas?, me preguntan, "pa la joia alergia" ¿y ese sobre?, "para el estomago", "ahhhh" . Giro la cabeza y por inercia..misma pregunta, " para la tensión", "yo también para la tensión" anunciaba otro, cuatro más allá. "Lo mío es migraña" , " yo, lumbalgia", " el corazón, oño", " dolor de espalda" etc....etc...etc, "leñe"me dije, "un poco más y nos vemos todos asando chorizos a la lumbre del tío er tridente".
Terminadas las viandas...comienza el proceso de la destilación de alcoholes. A la tercera o cuarta ronda de coca cola rebajada con escoceses, ginebras y otras yerbas, la olla comienza a destaparse y a brotar las esencias.
!! "Illo, te cambio dos de alergia por una de alopecia"!!, "valeee, pero conste que sales ganando". "Ehhh, Cristóbal, anda pishita, cambiame una de esas azules por un sobrecito pal estomagooo", "¿Que dices, tío?, estas son pa levantar el animooo", "juer, andaaa, que es la única que me faltaaa". "Yo cambio dos para la espalda, por una pa los gases, que tío reventando", "pos te joes, que las tengo repes", !!cachiss!!.
Un mercaillo persa, un tenderete de oportunidades, un puesto del Rastro, todo se compra y se vende, pastillas de colores y supositorios celestes.
Al final como siempre, pagan justos por pecadores, el camarero, simpatizando con la reunión, también pidió, pidió algo pal sudor de pinrreles a cambio de una copa gratis y como siempre hay alguno que se bebe hasta el agua la cisternaaa, no tuvo otra ocurrencia que darle un par de pastillas pal estreñimiento que llevaba pa su jaca torda.
Todos avisados de la jugada y pendientes del pobre desgaciado, cronometrando el tiempo restante para la reacción de los diarreicos, risa contenida y sonrisa forzada poco se hizo esperar.
!!!"Me cago...otia, que me cagooo"!!!,saltó por encima de la barra como una cabra en celo, !!me cago!!..!"me cago"!...."me cagoooo", se perdió escaleras arriba con una mano en el culo aguantando algo abultado.
Al rato regresó, !!!me cagooo, en la mae que parió al gracioso"!!!," a ver quien limpia ahora er water y los últimos escalones", "oño, y lo peor", "¿como le explico lo de los pantalones a la parienta?"
"Ufff, que pesteeeee", recochineo de algún desalmado, "juer, si tá podrio" saltaba otro, "eso ha sido que te ha sentado algo mal", el que lo intentaba arreglar.
Pasadas las horas cuando las estrellas comienzan a bostezar y después de los cantos regionales de rigor, cada mochuelo a su olivo, no sin antes conjurarnos para la próxima dentro de otros treinta años, eso sí, paga el primero que llegue.
miércoles, 16 de abril de 2008
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