En las noticias, como va siendo de un tiempo atrás casi corriente, "una anciana aparece en su piso, muerta desde hacia varios días", joder, me dije, vaya putada, toda la vida siendo útil para todo, para criar hijos, para ayudar en la construcción de un hogar, para mantenerlo en pie y al final del viaje te ves solo en el ultimo anden de ultima estación, la del olvido.
Y es que hay soledades y soledades. La física, la de ni un alma a tu alrededor, la que siente el perdido en el desierto, la del naufrago, la que a veces me ha rondado cuando era pequeño por no tener hermanos y no tenia con quien jugar, sobre todo en aquellas largas horas de la sagrada siesta, cuando todos mis amigos eran recluidos por sus padres, como yo, para que no diésemos la paliza al sufrido vecino que si estaba empeñado en dormirla, "si no quieres dormir, no duermas, pero no se sale hasta después de la siesta", es que eso de la siesta era de obligado cumplimiento en aquellos pueblos, claro que a mas de 40 a la sombra ¿que leche ibas a hacer mejor?.. jugar, joé.
Después de hacernos amigos la soledad y yo, me ha sido fiel toda la vida, es más creo que es la única amiga que aunque te enfades con ella no te abandona, ni aunque le pongas los cuernos, y mira que eso es grave.
Hay otra soledad, la del alma, aquella que aunque desbordado de gente, de sonrisas y saludos sin embargo no encuentras a nadie para compartir un secreto o una pena, porque la cosa no es eso de contar por contar, eso es tontería, cuando cuentas algo, algo de muy adentro, tienes que tener la certeza de que es la persona adecuada, como si buscases padre para tu futuro hijo, tienes que estar seguro de que sabrá guardar tu herida, que intentará suavizártela y que no se le escapará una carcajada cuando termines. Es la más joía, buscar a ese alguien es como buscar el zapato que te falta de entre un inmenso montón. Aunque también es cierto que ese alguien en quien puedes confiar, que te sabrá escuchar, esa persona no tiene porque estar en tu círculo más cercano, incluso a veces le conoces un día y descubres que es especial, que has encontrado terreno fértil para plantar tus inquietudes y no tiene nada que ver con el sexo, para nada.
Luego hay otra soledad, la terapéutica, la que te auto-recetas para que te ayude a aclarar sombras en el camino de la vida, claro que esta es la más divertida, las mas "light", esta cuando quieres la coges y cuando no la sueltas, como un paraguas. Unos se automedican con ella para inspirarse, para estos las musas habitan en la soledad, otros la buscan para que les cubra con su oscuro manto y a su sombra jugar lo prohibido.
En fin, es tan polifacética, tan voluble, tan variopinta, que cada uno tenemos nuestra propia soledad, como traje hecho a la medida.
La mía, la del alma, la regalo, no creo que haya disfrutado tanto de ella como me cuesta mantenerla.
martes, 18 de marzo de 2008
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