Erase una vez una serpiente que intentaba resguardarse de los cazadores en una cueva, pero era esta tan pequeña la hoquedad, que la mitad de su cuerpo quedaba fuera, así que tuvo que seguir huyendo hasta encontrar sitio seguro.
Un día que paseaba por el lugar pasó por delante de aquella cueva y volvió a entrar por curiosidad en su interior, encontró un topo que con su esfuerzo había conseguido alargar la cueva un poquito más.
Ya iba a servirle de comida cuando el topo asustado le dijo, "si no me matas, yo agrandaré la cueva para que te sirva de cobijo y te puedas esconder cuando te haga falta", la serpiente recordando lo apurada que se vio la ultima vez, aceptó.
De esta manera ambos se aseguraban su propio futuro, pues el topo estaría seguro de no ser devorado por la serpiente.
Cuando el topo contó lo ocurrido a sus amigos, estos le dijeron que no se fiase de la serpiente, ya que por su carácter traicionero, había devorado anteriormente a otros topos confiados, pero este convencido de la palabra de la serpiente hizo caso omiso de los consejos.
Cada día el topo agrandaba un poquito más el refugio para la serpiente.
A veces el topo paseaba por el campo junto a la serpiente, lo cual extrañaba mucho a sus amigos topos y en repetidas ocasiones volvieron a avisarle de la naturaleza de la serpiente y del peligro que corría con aquella amistad, era inutíl , el topo seguía confiando en la serpiente.
Los amigos del topo seguían desconfiando de la serpiente y de sus intenciones, no veían con claridad aquella extraña asociación, pero cuantos consejos daban al topo, este hacía oídos sordos pensando que aquellos le tenían envidia por tener como aliado tan poderoso animal.
Y así fueron pasando los días y las semanas, y cada día la cueva era un poquito más grande..y más..y más.
Un día el topo llamó a la serpiente, creyó que ya podría entrar completamente en su interior y que no volvería a correr peligro a causa de los humanos, esta fue a la cueva y entró completamente en ella, pero aún así le dijo, "Topo, está bien, pero necesitaría un poquito más ancho el final para poder pasar allí el Invierno cómodamente", el topo aceptó las razones de la serpiente y continuó trabajando.
La serpiente mientras tanto, cuando el topo necesitaba alguna fruta exótica del campo, se la traía en señal de su amistad con el ciego animal.
Y así siguieron pasando los días, el topo trabajando en la cueva, la serpiente proporcionando al topo cuanto necesitaba y este desoyendo los continuos avisos de sus amigos.
El topo fue envejeciendo y cada vez le costaba más seguir agrandando la cueva, hasta que llegó el día en que debido a su edad ya no tenia fuerzas para terminar la tarea, así que llamó a la serpiente y le dijo "Serpiente, lo siento pero ya no tengo las fuerzas de antes y no puedo seguir horadando la tierra, espero que después de tanto tiempo nuestra amistad continúe".
Entonces la serpiente le dijo "no te preocupes amigo Topo, aunque ya no puedas trabajar seguiremos siendo amigos y para que veas que es cierto, acompáñame al fondo de la cueva donde te tengo unas suculentas frutas de regalo"
El topo acompañó a la serpiente hasta el final de la cueva y al llegar, se sorprendió de que estaba vacía, entonces preguntó a la serpiente"¿donde están las frutas?, no hay nada" a lo que la serpiente le respondió," Ya eres viejo, ya no sirves para mis propósitos, así que pronto llegará el Invierno y necesito comida, tu serás mi comida", se acercó lentamente al topo y este asustado rogó por su vida. Le imploraba y recordaba tantos años juntos, tantos paseos, tantas comidas compartidas, pero todo fue inútil.
La serpiente en un rápido movimiento abrió su enorme boca y se lo tragó.
Moraleja: Madera y metal no pueden ser parte de un mismo árbol.
domingo, 25 de mayo de 2008
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